lunes, 7 de octubre de 2013

La verdadera educación


A menudo nos preguntamos qué es lo mejor para nuestros niños, para nuestros hijos. La velocidad del mundo actual y la sociedad dice que el niño será más inteligente, más exitoso, desarrollara más capacidades y será “alguien” en la vida si se le enseña desde temprana edad a leer, a escribir, a contar, si se le inculca desde pequeño una segunda lengua. Me pregunto qué significa “ser alguien”, que significa el éxito y del desarrollo de cuales capacidades estamos hablando.
Como adultos, a cargo de la educación de los más pequeños, necesariamente debemos detenernos a reflexionar sobre este hecho y sobre nuestra propia formación y educación.
Desde mi punto de vista, la educación que recibimos debería darnos felicidad, debería convertirnos en seres íntegros, con valores morales, y darnos la posibilidad de ser y de poner en el mundo nuestras capacidades, nuestro talento, nuestros dones, al servicio 
de nuestro propio crecimiento (físico, anímico y espiritual) y al servicio de la sociedad.
Seguramente todos nosotros soñamos con un mundo mejor, distinto al actual, pero hacer tal sueño realidad es tarea de cada uno.
En una mirada reflexiva hacia la historia de la humanidad grandes personajes como Gandhi, Goethe, Rudolf Steiner, la Madre Teresa, entre otros, han hablado de la importancia y del valor del servicio desinteresado, y de una educación “para la vida” y no tan solo “para ganarse la vida”.
Este es el punto central, como docente, padres, adultos referentes de los niños, debemos volver a la fuente, volver a mirar lo esencial. Somos millones de personas conviviendo en un mundo en el que se agotan los recursos naturales , un mundo en el que mucho trabajan solo para el bien propio, un mundo con grandes desigualdades sociales, un mundo que se ha tornado materialista, que muchas veces olvida que la belleza y el dinero son efímeros.
Deberíamos preguntarnos quienes somos y que estamos aportando a la humanidad creciente, cual es el legado que estamos dejando, deberíamos preguntarnos que vemos cuando miramos los ojos de un niño y que podemos brindarle, que quisiéramos transmitirle, de qué manera queremos/podemos acompañar su camino y su desarrollo.

                                                                 Equipo Pedagógico Abrazando a mi Niño

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