Las palabras son más que importantes.La merienda es un té de Tilo y unas galletas de jengibre, o tostadas de un pan hecho a mano con miel y otra rica infusión. El pan lo hacen los jueves. Amo ese pan.Amo esta escuela.Todo se canta, todo se baila. La vida son rondas dentro de rondas.
Son la primera materialización de nuestros pensamientos. Son cuidadas como el oro, en la melodía, tono y contenido.En la mañana las palabras son chiquitas y se van desperezando, para luego ir despertando y caminando en el día tranquilamente hacia la tarde.El sol y la luna son como abuelos y abuelas, pero no en una analogía. ¡Son verdaderos ancestros! Es fácil, no tienes que comprar mayor creencia.
Y el uno sale de mañana y la otra de tarde. Ritmo, ritmo, ritmo.Y entonces la vida empieza a tener sonidos siguiendo el ritmo. Y esos sonidos pueden ser melódicos o no tanto, pero con una ajustadita en las cuerdas, ya está.Y el sonido éste, el de la vida, el de la mía, lo empiezo escuchar al tiempo que identifico como alrededor se oye ruido. A veces MUCHO RUIDO. Y QUE EN REALIDAD TU VIDA PARECE MÁS UN GRITO!! PARA QUE TE ESCUCHEN! PARA QUE TU TE ESCUCHES Y TE DES CUENTA QUE VIVES!! QUÉ? QUÉ? NO TE ESCUCHO!!!
Silencio.
El silencio es algo que siempre aprecié, tanto como una buena canción. Y forma parte importante del entorno en el que quiero que mi hijo esté embebido.No en medio del campo, ese es maravilloso, pero está lejos del problema.Estos enanos maravillosos de 1, 2, y 3 años son portadores fantásticos de unas melódicas existencias que se necesitan en el vórtice del caos.Del caos que tenemos como vida normal, muchos de nosotros los papás.Y la escuela ahí sirve de un amplificador analógico (más bien biológico) que toma esas melodías y las potencian y distribuyen a los laditos.
Entonces, pasa algo mágico y sencillo: empieza a entrar esa linda melodía en tu vida y la organiza, si se lo permites.
Y es tu hijo el que porta todo esto. Para él y por él.Así que eso, nada más.Soy un papá feliz y quería compartirlo.Benicio es súper feliz ahora que tiene 2 años largos y está construyendo su propia reserva personal de felicidad para el resto del camino, en el momento propicio. Ritmo.
David Parra
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